Acabas de llegar de la oficina y después de disfrutar de una buena comida, lo primero que te pide el cuerpo es “echar la siesta”, “descansar un poco la vista”, “sentarte cinco minutos”, “estirar las piernas”… Puedes llamarlo como quieras, pero al final, descansar después de comer es una costumbre muy española que, según algunos expertos, puede ser beneficiosa para la salud de quien lo practica.

Si bien dormir después de comer es una costumbre muy arraigada en nuestra cultura, pocos son los que conocen su origen. En el artículo de hoy, hemos investigado diversos medios y consultado varias fuentes para acercaros un poco más a la procedencia de esta costumbre “tan española”.

En primer lugar: ¿qué significa “echar la siesta”?

La palabra siesta es originaria del latín y significa “sexta hora”, que corresponde con el mediodía (los días se dividían en doce horas entre la salida y ocaso del sol). Esta hora era, por tanto, la de más calor. Podríamos afirmar entonces que “echar la siesta” es una acepción o expresión utilizada comúnmente para describir el proceso de descansar durante la hora de más calor del día.

Su origen en España.

En tiempos de posguerra, en España era habitual que un único trabajador tuviera más de un empleo y que se utilizase el periodo de más calor (también destinado a la pausa del almuerzo) para descansar y poder rendir correctamente durante el resto de la jornada laboral. Gracias a esta costumbre, los trabajadores dividían el descanso del día en dos periodos en lugar de concentrarlo únicamente en la noche.

Podemos decir que el origen de “echar la siesta” está en la necesidad histórica del ser humano de establecer periodos de descanso alternativos a un único periodo de descanso concentrado en una franja de tiempo. Esta práctica, avalada por muchos neurofísicos como ampliamente beneficiosa para la salud, ayuda en casos de estrés o insomnio crónico ya que permite (a parte del descanso físico) que la actividad neuronal baje a lo largo del día, evitando que los circuitos neuronales se sobrecarguen, llegando a su punto álgido al final del día y no tengamos tiempo de descargarlos antes de ir a dormir.

Conclusión:

Este artículo no pretende servir como guía sobre los beneficios o inconvenientes que tiene esta práctica para el ser humano; y aunque lo que busca es dar a conocer la etimología de la expresión y el origen de su práctica en España, no seremos nosotros quienes no aprovechemos esta ocasión para decirte que: dormir veinte minutos de siesta al día es una práctica que puede ayudar a tu cuerpo a “desconectar” y afrontar el resto del día con energías renovadas.

SOBRE CIESE-FUNDACIÓN COMILLAS

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